Ansiedad ¿qué pasa en la adolescencia?

A lo largo de nuestra vida pasamos por distintos procesos en los que nos hemos de enfrentar a nuevos retos. La adolescencia es una de las etapas en las que se producen más cambios en menos tiempo y es por eso que los jóvenes pasan por desajustes constantes.
La ansiedad muchas veces es un mecanismo de defensa que nos impulsa a actuar, que nos proporciona esa energía para crear la estrategia adecuada y superar nuevos desafíos.
Se puede convertir en un problema cuando nos inunda en muchos momentos en el día a día o en circunstancias inadecuadas.
En la adolescencia las inseguridades y temores son constantes. Los jóvenes experimentan extrañeza de sí mismos, de no reconocimiento. Todo cambia; el cuerpo, la mente, sus sentimientos y sus intereses.
En este proceso vital se va a ir transformando la relación con sus padres, se pone distancia, se necesita la separación, la confrontación, para sacar la personalidad que se va desarrollando en el interior.
Los jóvenes necesitaran buscar más la identificación que el cariño de sus progenitores, buscan modelos, ídolos etc. El adolescente está muy ligado al cuerpo, a través de la ropa, del ejercicio físico. Necesita reafirmar su exterior. Nos podemos encontrar jóvenes muy retraídos que se esconden e inhiben como no queriendo ser vistos y lo contrario los más exhibicionistas con ropa atrevida, tatuajes, piercing etc.
También hay un tránsito sobre la muerte, sería muerte de la infancia para ir entrando a una edad más adulta.
Para salir de la adolescencia se necesita la confrontación
Habrá mucha más confrontación cuanto más le cueste desvincularse de la dependencia emocional con sus padres.
Los hijos adolescentes también perciben el ideal que los padres tienen puesto en ellos. Que sea más deportista, un buen estudiante, que le gusten determinadas cosas etc., y es ahí como padres dónde podemos experimentar frustración si vemos que nuestro hijo es totalmente distinto y él lo percibe. Los jóvenes temen defraudar a los padres y al mismo tiempo necesitan encontrar sus propios intereses. Esto puede originar otra fuente de malestar y ansiedad en su desarrollo.
Qué hace que algunos jóvenes sufran más ansiedad que otros
Hay factores de personalidad que pueden predisponer a ciertos chicos y chicas a tener más ansiedad en las distintas etapas de la adolescencia. Por ejemplo los chicos más retraídos o inhibidos a los que les pueden costar más los cambios y pueden ser más susceptibles de experimentar un mayor estrés. Los autoexigentes porque se compararan de forma más autocrítica con sus iguales. Los independientes que necesitaran una mayor libertad, reivindicaran constantemente su autonomía.
Hay un tipo de jóvenes de alta sensibilidad (PAS) que también son más proclives a experimentar estados de ansiedad. Estos adolescentes experimentan sus emociones de forma más intensa, tienden a la sobresaturación emocional, a abrumarse con diferentes entornos, son muy emocionales y suelen necesitar ambientes muy tranquilos.
Posibles traumas en la infancia. El trauma es un hecho impactante y angustioso que genera una cantidad de energía emocional para la cual el mecanismo psíquico no tendría capacidad para gestionar, quedaría en el niño como un cabo suelto que le puede estar golpeando hasta que no encuentre la posibilidad de ligarlo y encajarlo. El tipo e intensidad del trauma infantil puede manifestarse como un trastorno de ansiedad en la adolescencia.
Dado que gran parte de la actividad de los adolescentes está relacionada con la escuela (piensan en los estudios, los deportes, otras actividades y la vida social), ésta puede ser el escenario de muchas cosas que pueden generar ansiedad en un adolescente. Por eso, cuando los niños se resisten a ir a la escuela, no se trata necesariamente de la escuela en sí.
Es frecuente que los adolescentes se sientan deprimidos además de ansiosos. Esto se debe, en parte, a que un estilo de vida estresante puede ser tan angustioso, o tan limitante, que conduce a la depresión.
Síntomas que pueden ser signos de ansiedad en los jóvenes
Las señales de ansiedad varían mucho, desde el aislamiento y la evitación, hasta la irritabilidad y la agresividad. La ansiedad suele pasar desapercibida porque los adolescentes saben ocultar sus pensamientos y sentimientos.
Estos son algunos de los síntomas que pueden ser signos de ansiedad:
- Miedos y preocupaciones recurrentes sobre momentos rutinarios de la vida diaria.
- Irritabilidad
- Problemas de concentración
- Hipersensibilidad a las críticas
- Aislamiento social o lo contrario demasiada actividad externa
- Evitación de situaciones difíciles o nuevas
- Tristeza
¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo que tiene ansiedad?
La ansiedad es un estado de temor, inquietud y malestar interno.
Se manifiesta en 3 dimensiones:
1. Nivel cognitivo
En los pensamientos, las preocupaciones y el malestar nos condicionan a tener y establecer circuitos mentales en ocasiones distorsionados de la realidad.
2. Nivel emocional
En nuestros sentimientos, las emociones que nos causan la ansiedad; inseguridad, desánimo, rabia etc.
3. Nivel físico
En el cuerpo, desde palpitaciones, mareos, ahogo, dolor de cabeza etc.
Qué actitudes debemos tener como padres para ayudarles en este proceso
Estas son algunas de las actitudes más adecuadas que debemos trabajar con nuestros hijos:
Lenguaje y comunicación: Es importante estar atentos a lo que decimos y cómo lo decimos. Debemos tener en cuenta que en ocasiones, con nuestros hijos adolescentes, las mejores palabras son las que no se dicen. Asentir con la cabeza, o utilizar expresiones cortas y neutras del tipo: vaya, aja…etc. Le dará a nuestro hijo el espacio que necesita para expresar sin sentirse juzgado, pudiendo a la vez pensar en voz alta y buscar sus propias soluciones. Es una muy buena manera de escuchar.
Comprensión: Sentirse comprendido y aceptado por los padres es requisito previo para aceptarse a sí mismo y la aceptación de uno mismo es, a su vez, requisito previo para el bienestar interior.
Empatía: Escuchar y ponernos en su lugar, entender lo que siente, lo que nos está intentando decir no sólo con las palabras sino con su comportamiento y sentimientos es fundamental para poder establecer una buena relación con nuestro hijo.
Los padres creen que cuando se explican las cosas, siempre entenderán lo que les queremos decir y no nos planteamos si nos hemos explicado bien o si nos han entendido, ya que muchas veces por su edad o falta de madurez no entienden el alcance de lo que queremos o esperamos de ellos.
Escuchar quiere decir también que tienen el derecho a discrepar, por tanto los niños y especialmente los adolescentes tienen ese derecho, a mostrar desacuerdo y que no les guste lo que les proponemos. La manera de manifestarlo es diversa: con rabia, llorando, mala cara, negativismo…etc. Delante de estas reacciones, a las que sin duda tienen derecho, habrá que encontrar la distancia prudencial para que, con afecto, mostrar que no entramos en la espiral del debate.
Hay estados y trastornos de ansiedad que pueden requerir la intervención de un psicólogo porque los padres no pueden ayudar de la forma más adecuada y se necesita asesoramiento o psicoterapia.
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