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Arriesgarse a cambiar y superar el miedo a los cambios

16 mayo, 2022 By psiquevital Dejar un comentario

Arriesgarse a cambiar y superar el miedo

Marible Gabasa psicóloga
“El cambio sucede cuando asumimos la responsabilidad de nuestros propios pensamientos, decisiones y acciones”. C Palladino

¿Qué significa el cambio?

Realmente, una persona no puede cambiar ni controlar a nadie más que a ella misma. Cada persona ha de decidir, de manera individual, si cambiará o no. Cuando se aprende a no invertir tiempo en preocuparnos por cambiar a los demás, sino a trabajar por cambiarnos a nosotros mismos habremos hecho un gran descubrimiento.
El cambio es un trabajo que requiere esfuerzo, puede causar dolor, miedo o ansiedad. Cada uno de nosotros nos escondemos muchas veces detrás de una “máscara“ que tapa nuestros verdaderos sentimientos (de culpa, de miedo, de soledad, de rechazo…) y pensamos que esta máscara nos protegerá.
En nuestras vidas se pueden dar ciertas situaciones vitales que nos pueden empujar al cambio, voy a poner unos ejemplos ilustrativos:

Una persona cambia cuando padece un dolor o una pérdida tan grande que se encuentra en un callejón sin salida

Andrés tiene 35 años de edad, trabaja como profesor en una escuela desde hace seis años. Hace seis meses que se ha separado de su pareja, se encuentra en un estado emocional depresivo y se siente muy infeliz en su trabajo. Habla con una persona de la escuela con la que tiene mucha confianza y le explica: «Mi matrimonio está roto, no me gusta mi trabajo. No sé qué hacer, tengo como un bloqueo, no puedo tomar decisiones y no sé qué hacer para ayudarme”.
Sólo aceptando ayuda, esta persona podrá darse tiempo para superar su situación estresante. Ha de poder identificar sus cualidades y volver a coger la responsabilidad de sus decisiones y acciones. Ha de poder marcarse nuevos objetivos para su desarrollo profesional y personal. Aprender que es responsable de la dirección de su vida y actuar en consecuencia.

Una persona cambia cuando se siente apoyada y animada por otros

Ester, de 29 años, soltera. Trabaja desde hace unos años en unos grandes almacenes cerca de su casa, en el barrio de una gran ciudad. Se está planteando irse de la ciudad a un pueblo para estar más tranquila y está nerviosa porque no sabe si será una decisión acertada. Se lo comenta a una amiga de confianza en estos términos: «siento que no puedo continuar con las actividades que hago, tengo mucho miedo y estrés, aunque quiero irme a un pueblo porque es lo que desde hace tiempo ansío, pienso que a lo mejor no seré capaz de adaptarme, no conozco a nadie, y ¿si me equivoco?…”

Ester hablando con su amiga se da cuenta que ella, la amiga, tampoco sabe lo que le deparará la vida en los próximos años pero sí que ha notado en Ester que cuando han estado juntas de vacaciones en ambientes rurales y en la naturaleza ésta se encuentra muy relajada y contenta. Al oír sus palabras, Ester se serena y empieza a poner en marcha su proyecto a pesar de la incertidumbre vital a la que todos estamos expuestos.

Una persona cambia cuando entiende mejor cuáles son sus cualidades y le son valoradas

Rosa María es maestra, tiene 45 años durante los últimos doce años ha estado dando clases a niños de 11 y 12 años. La dirección de la escuela le comunica que el próximo curso tendrá que dar clases a niños de 3 años, aún teniendo la especialidad, hacía muchos años que no impartía clases a los pequeños. Al recibir la noticia se siente confusa, deprimida y comenta a la dirección del centro: «No lo entiendo, cómo puede ser que no haya ninguna otra posibilidad, después de tantos años, es injusto. No sabré tratar a los niños tan pequeños, ahora ya soy mayor para cambiar”.

Después de distintas conversaciones con los compañeros y de recordarle lo habilidosa y cariñosa que era con los niños pequeños, Rosa María reflexiona sobre las cosas que le preocupan, empieza a recuperar material que tenía guardado, relee documentación que tenía y empieza a darse cuenta de las cosas que podría hacer en clase y de lo útil de su experiencia de los últimos años con niños mayores para poder corregir y prevenir antes con los pequeños. Poco a poco se va sintiendo ilusionada por el nuevo curso y ya tiene ganas de empezar.

Identificar nuestras mejores cualidades para un buen desarrollo personal

Actualmente, las personas trabajadoras y responsables no tienen ni la seguridad ni la garantía de poder mantener un puesto de trabajo o de mantener una pareja estable. En general las empresas siguen intereses políticos o económicos, sin tener en cuenta las expectativas y capacidades de sus trabajadores. También en la vida de pareja suceden situaciones parecidas, resulta que una pareja se puede romper porque cambian las motivaciones, los intereses personales del otro, o de uno mismo/a.

Nosotros somos responsables de nuestro desarrollo profesional y/o personal. Mucha gente pasa toda la vida buscando el trabajo ideal, la profesión ideal, la pareja ideal…y acaba quemado/a y decepcionado/a.

Muchas veces perdemos el tiempo y la energía esperando que haya un cambio positivo en nuestra vida. Esto puede pasar si estamos esperando que el reconocimiento, un ascenso o un nuevo trabajo nos llegue gracias a otras personas, de esta manera estamos esperando que otra persona tome las decisiones que tendríamos que tomar nosotros.
Un sistema positivo de creencias promueve actitudes positivas así como una útil gestión del tiempo.

5 consejos útiles para mejorar nuestra gestión del tiempo:

1. Planificación

Revisar diariamente los objetivos semanales, si me propongo por ejemplo; hacer ejercicio, quedar más a menudo con las amigas/os etc. Tener nuestros deseos más presentes.

2. Concentración

Cuidado con intentar hacer muchas cosas a la vez, es importante que decidamos qué es más necesario y que requiere nuestra atención inmediata. Es mejor hacer las cosas paso a paso y poco a poco.

3. Evitar la confusión o el desorden innecesario

En la mayoría de los casos sentirse organizado, ordenando nuestros papeles, nuestro armario etc, por ejemplo nos ayuda a sentir tranquilidad y armonía en nuestras vidas en el día a día. Ahorramos tiempo con una buena organización.

4. No tengas miedo a decir NO

Tienes derecho a decir NO sin sentirte culpable y recuerda que los otros también tienen derecho a decir NO. Las tareas improductivas que no benefician a tus objetivos son una pérdida de tiempo y por tanto de tus posibilidades de actuar.

5. Cuenta con los demás

Muchas veces nos sentimos aislados y omnipotentes, que podemos con todo. Aprender a delegar puede aumentar tu productividad, te dará más tiempo para hacer las cosas que requieren tu verdadera atención personal. El hecho de permitir desarrollar las cualidades y habilidades personales de los demás añade satisfacción y energía positiva en tu ambiente personal, familiar o profesiona

La elección y no el azar será aquello que mejorará tu calidad de vida

Autor: Maribel Gabasa
Licenciada en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona Col. 7.036

Archivado en:Autoestima, Crecimiento personal

El miedo a volar en avión

2 mayo, 2022 By psiquevital Dejar un comentario

Herramientas para superar el miedo a volar en avión

Ruth Valls

Se acercan las vacaciones y a algunos de nosotros nos gustaría viajar a lugares lejanos. Lamentablemente, debido al miedo a volar en avión, renunciamos a nuestros deseos. Este miedo en muchos casos nos limita nuestras acciones y nos hace sentir mal. En este artículo, abordaré la definición y las causas del miedo a volar en avión, así como propondré  algunas técnicas para combatir este problema.

El miedo a volar o aerofobia es un tipo de fobia. Las fobias se definen cómo estados que conllevan un miedo anormalmente intenso a ciertos objetos o situaciones específicas que normalmente no causarían dicho efecto. El miedo que se experimenta es desproporcionado, muy exagerado en relación al estímulo que lo produce.

El miedo a volar provoca un nivel de ansiedad tan grande que puede impedir que alguien viaje en avión, o que sufra mucho cuando debe volar. Las manifestaciones más extremas pueden incluir ataques de pánico, en ocasiones vómitos solo con ver o mencionar un avión.

Cómo llegamos a este estado de miedo intenso a volar

La percepción o la creencia de que existe una amenaza hace que todo el cuerpo se active. Pensamientos tales como “el avión se va a estrellar”, “hay alguna máquina que no ha pasado el control”, “el piloto está borracho”, “el controlador aéreo va a tener un fallo”, etc., provocan una respuesta corporal, manteniendo todos nuestros músculos en tensión. 

A su vez, este estado tensional, reinforma a nuestra mente que debe mantener el estado de alerta o de hipervigilancia. Así se lleva a cabo un estado de retroalimentación triple, que puede conducir a una crisis de ansiedad i/o pánico. Por este motivo a menudo, se produce la evitación a volar, por el miedo a tener una crisis de angustia, que previamente ha sido causada por el miedo a volar.

Herramientas para superar el miedo a volar en avión

1. Técnicas de relajación y respiración

Cuando nos enfrentamos a una situación temida, todo nuestro cuerpo se revoluciona. Uno de los efectos que puede aparecer es la hiperventilación y otro la crisis de angustia con todo el malestar que conllevan. Con estas técnicas conseguiremos disminuir el grado de activación del cuerpo. La relajación es útil sobretodo antes de realizar el vuelo, para ayudar a enfrentarse a él de la forma lo más relajada posible.

Si en lugar de ocuparnos de los pensamientos catastróficos que nos originan la ansiedad, nos centramos en relajar nuestro cuerpo, la ansiedad disminuirá. “Calmar al cuerpo ayuda a calmar la mente” (Cummings en www.ansiety.com ).

El aprendizaje de estas técnicas requiere la ayuda profesional.

2. Aprender a pensar en positivo

La causa del temor al avión, no es el avión mismo, sino lo que uno piensa en el momento de subirse al avión. El miedo no lo origina ni el despegue, ni la turbulencia, sino lo que uno cree que significa la turbulencia (“nos vamos a estrellar”).

Las vías psicológicas del origen del miedo son:

  • Lo que pensamos: “No voy a poder subirme al avión, voy a tener una crisis de ansiedad, voy a perder el control y puede darme un ataque al corazón”. Todos estos pensamientos activan nuestro cuerpo para responder a esta amenaza.
  • Lo que imaginamos: Utilizamos la imaginación para vernos en las peores escenas posibles.
  • Lo que creemos: En general hay un desconocimiento importante con respecto la industria aeronáutica. El desconocimiento y la ignorancia generan muchas veces ansiedad y miedo.
  • Lo que atribuimos a lo que oímos y vemos: Por ejemplo, yendo en avión, al pasar por una tormenta, muchas personas sienten terror porque piensan que si al avión le atraviesa un rayo, puede partirse. Es decir, que el desconocimiento, nos hace inferir consecuencias irreales y fatales. Llegamos a conclusiones erróneas en base a informaciones falsas o juicios de personas poco fiables, o incluso en base a películas de ficción (en las cuales por ejemplo se abre la puerta del avión desde dentro).

De la misma manera que para correr una maratón necesitamos estar en forma y haber realizado un entrenamiento, para pensar en positivo también necesitamos un aprendizaje y entrenamiento. Ello se puede conseguir con constancia y ánimo y sobretodo al principio con ayuda psicológica.

Una de las técnicas efectivas para trabajar y cambiar estos pensamientos catastróficos que nos conducen a la ansiedad y paralización es la Reestructuración Cognitiva de Albert Ellis. Para este autor el malestar que sufrimos no está producido por los hechos, sino por la interpretación que hacemos de las circunstancias. En un primer momento, identificamos el diálogo interno que desencadena todo el mecanismo de activación ansiógena.

Así pues, a la hora de trabajar se analizarán cuáles son las ideas ilógicas que nos producen malestar, poderlas cuestionar, discutir y debatir. Así cada creencia irracional será tratada con un nuevo pensamiento antídoto.
Finalmente, se consigue que la persona adopte una nueva filosofía que le permita pensar de una forma más saludable y realista.

Es fundamental que cada uno identifique cuáles son sus distorsiones cognitivas para poderlas trabajar y cambiar por cogniciones realistas.

3. Distracción temporal y breve

Se trata de realizar pequeñas actividades que nos permitan no quedarnos centrados en los pensamientos negativos sobre volar en avión. Detenerse un tiempo en pensar qué cosas nos gusta hacer y cuáles de ellas se pueden realizar en el avión.

Actividades posibles para olvidarnos de nuestro malestar: ver películas, hacer crucigramas o pasatiempos, entablar conversaciones triviales, dibujar, escuchar música, leer el periódica, etc.

4. Cómo vencer las crisis de ansiedad

Cuando se presenta la crisis, aplicar la triple regla: no luchar contra la crisis, no evitarla, dejarla estar y aceptarla (teoría de la inundación). Lo mejor para superar la fobia a volar es dejar de luchar contra esta fobia. Hay que dejarse invadir por ella.

5. Exponernos a volar en avión a pesar del miedo

Se trata de enfrentarnos a aquello que nos da tanto miedo. Es necesario para que veamos qué no pasa nada grave. Seguramente tendremos un ataque de ansiedad que será muy molesto, pero nada más. Consiste en permanecer en la situación temida el tiempo suficiente para darnos cuenta de que no hay de qué tener miedo. Con lo cual, la activación de nuestro organismo comenzará a descender, ya que no podemos mantenernos en un continuo estado de ansiedad.

Como conclusión, destacar que es posible erradicar el miedo a volar en avión en muchos casos con técnicas psicológicas. El equipo de Psiquevital, tratamos este tipo de fobias con alto porcentaje de éxitos.


Fuentes:
Del Campo Martín, Javier y Martín-Cobos Luisa C:“Feliz vuelo, Cómo perder el miedo a volar”, Ed. Planeta, 2012.
Ellis, Albert: “Cómo controlar la ansiedad antes de que le controle a usted”, Ed. Paidós Ibérica, 2013.

Archivado en:Fobias

Se acabaron las vacaciones, ¿y ahora qué?

27 agosto, 2019 By psiquevital Dejar un comentario

Se acabaron las vacaciones, ¿y ahora qué?

Maribel Gabasa Carranza

Maribel Gabasa

Cómo empezar de forma positiva en nuestro día a día.

El inicio del trabajo, las obligaciones, la vuelta al colegio de nuestros hijos, etc., hace que nos cuestionemos a la vuelta de las vacaciones aspectos de nuestras vidas. 

Después de la desconexión, ¿cómo volverme a conectar?

Surgen en nuestra mente preguntas como:

  • ¿Podré aguantar todo de nuevo?
  • ¿Tendré que volver a escuchar el discurso poco comprensivo de mi jefe?
  • ¿Podré con el cambio de escuela de mi hijo sin que me afecten mucho sus constantes protestas?
  • ¿Debería tener más paciencia con mi pareja que se queja constantemente de su trabajo?

Y una lista de preguntas que todos nos volvemos a hacer después de las vacaciones, ya que iniciamos un “nuevo curso vital”.

¿Realmente volvemos a enfrentarnos a nuevos desafíos?

O son los mismos de siempre, que se van repitiendo a lo largo de los años, con los comprensibles cambios vitales a los que nos vemos expuestos. Voy a compartir dos casos que nos pueden ayudar a reflexionar sobre estas cuestiones.

Una amiga de un conocido tuvo un inesperado golpe de suerte. Dieciocho meses antes de tenerlo, había dejado su trabajo como enfermera para asociarse con dos amigos en una pequeña empresa de servicios sanitarios. El nuevo negocio tuvo un éxito fulgurante y, al cabo de dieciocho meses, fue adquirido por una gran empresa, que les pagó una enorme suma. Tras unos inicios modestos, esta mujer entró en posesión de un patrimonio que le permitió retirarse a los cuarenta y dos años. Mi conocido la encontró un día y le preguntó que cómo disfrutaba de su jubilación anticipada, y como sentía su reciente y afortunado cambio.

Bueno -le contestó-, es magnífico poder viajar y hacer las cosas que siempre he deseado. Sin embargo –añadió-, aunque parezca extraño, después del entusiasmo por haber ganado tanto dinero, todo volvió más o menos a la normalidad. Claro que ahora tengo una casa nueva y muchas más cosas, pero en conjunto no creo que sea mucho más feliz que antes.

Conozco otro caso de una persona de la misma edad que descubrió que era seropositivo. Al hablar de cómo lo había afrontado, comentó: «Naturalmente, al principio estaba desolado, y tardé casi un año en aceptar el hecho de que tenía el virus del sida. Pero las cosas han cambiado en este último año. Tengo la impresión de que cada día recibo mucho más que antes y me siento más feliz que nunca. Parece como si hubiera aprendido a apreciar las cosas cotidianas y me siento agradecido por el hecho de que, hasta el momento, no haya desarrollado ningún síntoma grave y pueda disfrutar realmente de las cosas que tengo. Y aunque, desde luego, preferiría no ser seropositivo, tengo que admitir que eso ha transformado mi vida en algunos aspectos. Y favorablemente».

Estos dos casos nos ilustran en una cuestión esencial: la felicidad está determinada más por el estado mental, que por los acontecimientos externos.

En nuestro volver después de vacaciones ocurre algo similar. El estado ocioso y de falta de obligaciones que nos trae el verano y las vacaciones (muy necesarias por otra parte) nos vuelve a colocar y a hacernos conscientes del escenario real en el desarrollo de nuestras vidas en el momento presente:

  • Si tenía un problema con mi pareja por el hecho de cómo organizarnos en el día a día, vuelve a aparecer.
  • Si tenía un conflicto con un compañero de trabajo que siempre tiende a hacerme bromitas que no me gustan, a la vuelta sigue ahí.
  • Si tengo que escuchar las quejas constantes de mi hermana acerca de su marido, que por más que dice, no soluciona, continúa con lo mismo.

Hay un factor mental que nos afecta de forma elevada: LA MENTE QUE COMPARA.

¿Qué define nuestra percepción y nivel de satisfacción? Al comparar nuestra situación actual con nuestro pasado con lo vivido y descubrir que estamos mejor, nos sentimos felices. Muchas veces miramos a nuestro alrededor y nos comparamos con los demás. Por mucho que ganemos, tendemos a sentirnos insatisfechos si el vecino está ganando más. Las comparaciones constantes con quien a nuestro criterio son más listos o más guapos o más felices, tienden a alimentarnos la envidia, la frustración y la infelicidad. 

A la vuelta a la normalidad después de nuestras vacaciones, a veces repasamos un poco más lo que creemos que nos falta o que no tenemos.

Los expertos aseguran que existe el llamado Síndrome Postvacacional, que está caracterizado por un cuadro de ansiedad y tristeza a la hora de reincorporarnos al trabajo y rutinas cotidianas, después de haber disfrutado de un periodo vacacional.

Esta ansiedad y tristeza dependen de nuestro nivel de satisfacción laboral, de los pensamientos negativos e irracionales que podemos tener respecto a cómo debería ser nuestra vida, que lo determina en gran medida nuestras comparaciones, y de los factores externos que nos pueden producir estrés tales como los atascos, nuestro uso del medio de transporte, las condiciones de nuestro trabajo, un horario laboral inadecuado y la baja remuneración, sentirnos inseguros/as en la crianza de nuestros hijos, etc. 

Cuando la vuelta al trabajo nos produce ansiedad, podemos poner en práctica los siguientes consejos.

Cómo afrontar la vuelta al trabajo después de vacaciones

1. Aceptar nuestros sentimientos. 

Todos sentimos emociones positivas y negativas, y en esta situación las negativas son habituales para todos. Todos sentimos emociones negativas respecto a los atascos, los jefes y las reuniones, y después de haberlos olvidado durante nuestras vacaciones es normal que estas emociones vuelvan.

La manera en la que aceptamos la vuelta al trabajo depende de nuestra tolerancia a la frustración, de la manera en la que pensamos sobre nuestra vida y de nuestra facilidad para adaptarnos a los cambios. “Como en todo trastorno emocional, el cómo nos tomamos las cosas depende exclusivamente de nosotros”. “Por eso es tan importante no generalizar, ver en qué aspecto personal me afecta a mí y qué soluciones aunque sean pequeñas puedo tomar para mejorar mi vida”.

Preguntarnos si realmente tenemos el síndrome postvacacional, o si son simplemente emociones negativas comunes. El síndrome postvacacional demuestra “que no nos gusta la rutina que tenemos, el trabajo al que nos dedicamos, los compañeros, el medio de transporte, la ciudad…”.

O bien identificar si tenemos que solucionar un problema grave, si es que existe, más alla del síndrome después de las vacaciones. Sabemos que tenemos el síndrome postvacacional si sentimos desmotivación, apatía, insomnio, irritabilidad y, a veces, un estado de hipervigilancia. Este síndrome no debería durar más de dos semanas debido a que se provee que en ese tiempo la persona haya integrado la rutina, horarios y responsabilidades. Si el estado de ánimo negativo continúa, habría que acudir a un profesional porque posiblemente estemos hablando de otro tipo de trastorno.

2. Modificar nuestra manera de pensar frente al conflicto. 

Nuestra felicidad depende no tanto de los factores objetivos (ganar dinero a cambio de hacer lo que nos gusta, tener un buen sueldo o trabajar cerca de casa), sino de la manera subjetiva de ver nuestra vida. Es importante encontrar el lado positivo de nuestra situación y no comparar nuestra vida con la de los demás. Qué es el esfuerzo, la responsabilidad y la rutina. Si estuviésemos siempre de vacaciones, llegaría un momento en que no disfrutaríamos de ellas y nos acostumbraríamos a ese estado. La rutina y los horarios son buenos para nuestra estabilidad emocional, ya que nos dan capacidad de control sobre nuestra vida, aportando orden y sentido.

3. Afrontar el nuevo reto con determinación. 

Cuando nuestro malestar responde sólo al conflicto postvacacional, podemos iniciar la vuelta a las rutinas con determinación y espontaneidad. La única manera de resolver la tensión y ansiedad es atravesándola, asumiendo el riesgo de vivir. Para ello es importante que desarrollemos la capacidad para estar en contacto con nuestras necesidades y expresarlas a los demás de la forma más adecuada. A mi pareja, a mis hijos, a mis compañeros de trabajo, etc. 

Aunque no lo creamos, siempre hay cosas que podemos cambiar, aunque sean pequeñas, intentar ser más asertivos con nuestros superiores, salir a la hora que nos corresponde del trabajo, parar los pies a ese compañero que siempre se aprovecha de nosotros, etc.

Archivado en:Crecimiento personal Etiquetado con:rutina, sindrome postvacacional, vacaciones

Cuento Zen

8 mayo, 2019 By psiquevital Dejar un comentario

Cuento Zen: el infierno y el cielo

Maribel Gabasa Carranza

Maribel Gabasa

Un samurái le pidió a un maestro que le explicara la diferencia entre cielo e infierno. Sin responderle, el maestro se puso a dirigirle gran cantidad de insultos. Furioso, el samurái desenvainó su sable para decapitarle.

– He aquí el infierno – dijo el maestro antes de que el samurái pasara a la acción. El guerrero, impresionado por estas palabras, se calmó al instante y volvió a enfundar el sable. Al hacer este último gesto, el maestro añadió: 

– He aquí el cielo.

Al entrar en determinados estados, nos creamos nuestro propio infierno, así como al entrar en otros estados nos creamos nuestro propio cielo. El infierno y el cielo dependen de nosotros.

Cuando mantengo un estado de calma interior, evito ser esclavo de mis emociones. Así mismo, ello me ayuda a conservar la calma cuando los demás se acaloran y se irritan. Tener calma no significa mantenerse distante o despreocuparse. Por el contrario, requiere una naturaleza profundamente bondadosa y conciliadora, y ayudar a los demás del mejor modo posible.

Si soy capaz de tomar distancia de las situaciones y observar con calma sin juzgar ni criticar, comienzo a saber qué debo hacer. Una buena regla práctica para tomar decisiones es preguntarme: ¿En qué medida beneficiará esto a todos los que están implicados?

Regir nuestra vida por elevados valores éticos es un gran reto. Nadie puede decirme que principio puede guiarme en cada situación. No hay normas fijas para seguir.

La solución reside en mi propia capacidad para captar lo esencial de un asunto. Para percibir qué ocurre realmente en una situación, primero debo asegurarme de que mi mente está libre de la confusión que nace de mi propia negatividad. De ese modo, tendré la claridad mental necesaria para comprender los motivos que impulsan a los demás.

La travesía de la vida está llena de cambios. La vida es cambio, movimiento y crecimiento. Cuando estamos en medio de un vendaval de cambios e inconstancia, debemos fijar la mirada interior en la calma y la estabilidad. Esto nos dará la fuerza interna para afrontar las situaciones nuevas y diferentes que nos sobrevienen, y nos servirá de apoyo para pensar con claridad y tomar decisiones apropiadas.

Los tipos de pensamientos que tenemos son muy importantes, porque están conectados con las emociones que sentimos.

Hay varias categorías:

PENSAMIENTOS INÚTILES: Los que no tienen nada que ver con la realidad. Estos pueden incluir los de dudas, excusas, la creación y mantenimiento de fantasías («construir castillos en el aire»), preocupaciones sobre trivialidades, confusión, malos entendidos y paranoia.

PENSAMIENTOS NEGATIVOS: Los que tienen su origen en estados como la ira, el ego, el apego, son difíciles de desviar, son reflexivos y creíbles, se entretejen inadvertidamente a través del flujo del diálogo interno. Todos hemos tenido la experiencia de un pensamiento deprimente que dispara una larga cadena de pensamientos deprimentes asociados.

PENSAMIENTOS NECESARIOS: Los que están conectados con el ejercicio de la propia responsabilidad, de la familia, de la profesión, de la sociedad u otros aspectos. Estos podrían incluir la responsabilidad de cuidar la propia salud e higiene.

PENSAMIENTOS ELEVADOS: Los que están relacionados con la introspección, el conocimiento y desarrollo de aspectos más espirituales y saludables hacia mi ser.

Aunque no nos propongamos ser críticos, muchas veces y de forma inconsciente me fijo en mi debilidad y errores. Cuanto más me acostumbro a apreciar lo que está bien y centrarme en todo lo bueno que me pasa y del aprecio que siento por los que me valoran y me quieren, más crece mi propio sentimiento de bienestar. Así como si pienso continuamente en los errores de los demás, creo una barrera que me impide acceder a lo bueno que hay en mí.

La única persona a la que uno puede controlar realmente, o tener muchas esperanzas de cambiar, es a mí mismo. La falacia del cambio, sin embargo, supone que una persona cambiará para adaptarse a nosotros si se la presiona lo suficiente. La atención y energía muchas veces la dirigimos hacia los demás, por lo tanto, hacia los demás porque la esperanza de felicidad se encuentra en conseguir que los demás satisfagan nuestras necesidades. Esto me lleva a pensar que mi felicidad depende de los demás.

En la raíz de ciertas distorsiones de nuestro pensamiento está la creencia de que lo que sentimos tiene que ser verdadero. Si me siento perdedor o perdedora, entonces debo serlo, si me considero feo o fea, pues lo seré. Todas las cosas negativas que sentimos sobre nosotros mismos y los demás, deben ser verdaderas porque se sienten como tales. El problema con el razonamiento emocional es que las emociones por sí mismas no tienen validez. Son productos del pensamiento. Si tengo pensamientos y creencias deformadas, mis emociones reflejan estas distorsiones. Creer siempre en las emociones propias es como creerse todo lo que se imprime.

Cuanto mayores son las exigencias internas, más necesito nutrir mi calma interior, estabilidad y optimismo. Si las abandono, las circunstancias me zarandearán con sus inesperadas vueltas y revueltas. Una vez que he aprendido a generar mi propia felicidad y paz estables, no hay nada que no pueda afrontar.

Cuando aprendo a respetarme a mí misma, los demás también me respetan. Teniendo pensamientos positivos y alentándome a crecer y cambiar para mejorar. Si aprendo a disfrutar del momento presente y dar lo mejor de mí mismo en cualquier situación, evito llegar a sentirme frustrado/a y agobiado/a en mi vida. Darnos cuenta muchas veces de que lo que importa no es tener razón, dar argumentos contundentes o lograr que se acepten mis ideas. Lo que importa es ser capaz de reconocer mis errores, hacerme responsable de ellos, aprender la lección y seguir adelante con mayor grado de madurez.

Cuando he alcanzado cierto grado de paz interior, logro oír la voz de mi sabiduría y sé cuándo y dónde aplicar mejor mi energía y podré sentirme más satisfecho/a con mi vida.

Archivado en:Crecimiento personal Etiquetado con:creencias, distorsiones, emociones, pensamientos

Relación de parejas sinceridad

12 diciembre, 2018 By psiquevital Dejar un comentario

Sinceridad en la pareja

Maribel Gabasa Carranza

Maribel Gabasa

La sinceridad es uno de los pilares fundamentales en la pareja

Archivado en:Vídeos

Conocer nuestros Derechos Asertivos

11 diciembre, 2018 By psiquevital Dejar un comentario

Conocer nuestros Derechos Asertivos

Ruth Valls Fernández

Ruth Valls

La culpa no justificada o actuar sin tener en cuenta de nuestros deseos van en contra nuestros Derechos

La culpa no justificada o actuar sin tener en cuenta de nuestros deseos van en contra nuestros Derechos.
En este artículo expondré algunos de nuestros “Derechos asertivos” y realizaré una reflexión sobre éstos. Conocerlos y ser conscientes de éstos, nos puede ayudar a tener un equilibrio emocional y a actuar según nuestro propio criterio y deseos verdaderos sin dejar de respetar a los demás.

A menudo nos sentimos culpables de forma injustificada por algunas de nuestras conductas o pensamientos o nos actuamos en contra nuestros propios deseos priorizando la opinión de los demás . Nos dejamos llevar por mandatos internos que hemos ido adquiriendo desde pequeños, que son fruto esquemas irracionales. De este modo, nos sentimos infelices, llevando a cabo actuaciones en la vida que no nos gustan o que nos perjudican.
Los Derechos asertivos que expondré son los siguientes:
1- Derecho a ser tu propio juez.
2- Derecho a elegir si nos hacemos responsables de los      problemas de otros.
3- Derecho a dar o no explicaciones.
4- Derecho a cambiar de opinión.
5- Derecho a no saber algo y a cometer errores.
6- Derecho a no necesitar aprobación social.
7- Derecho a tomar decisiones sin atenernos a la lógica.
8- Derecho a no cumplir las expectativas de los demás.
9- Derecho a no ser perfectos ni intentarlo.

 1- Derecho a ser tu propio juez

El primero de los derechos asertivos es el derecho a ser nuestro propio juez. Esto quiere decir que tenemos derecho a ser nosotros quienes juzguemos nuestro comportamiento, a pesar del juicio que hagan los demás sobre él. A algunas personas, a pesar de tener un juicio sobre su propio comportamiento, optan por no defenderlo y adaptarse al de los demás. Esto suele generar mucho malestar y también puede producir problemas de autoestima.

¿Es más importante lo que los demás juzguen sobre nuestro comportamiento a lo que nosotros mismos juzguemos sobre éste? Tenemos derecho a que prevalezca nuestro criterio, pues se trata de nuestro comportamiento.

2- Derecho a elegir si nos hacemos responsables de los problemas de otros

El segundo de los derechos asertivos tiene que ver con la responsabilidad que asumimos ante el comportamiento y problemas de los demás. En algunas ocasiones nos sentimos obligados  a hacernos responsables de los problemas ajenos, a pesar de no tener implicación o culpabilidad.

Sin embargo, tenemos el derecho a no hacernos responsables de los problemas ajenos si así lo consideramos. Esto, no quiere decir que no ayudemos a alguien que lo necesite, sino que no asumamos la culpa o responsabilidad de los actos ajenos.

3- Derecho a dar o no explicaciones

Otro de los derechos que tenemos en las relaciones con los demás, es el derecho a no dar explicaciones sobre las acciones que realizamos, las decisiones que tomamos, etc. En muchas ocasiones nos sentimos con la obligación de justificar nuestras acciones u opiniones ante las demandas de otra persona. Sin embargo, sólo tenemos que dar las explicaciones que nosotros consideremos oportunas, ya que tenemos el derecho de no hacerlo.

4- Derecho a cambiar de opinión

Algunas personas cambiar de opinión les resulta complicado. En la mayoría de las ocasiones les resulta tan difícil debido al miedo a la reacción de los demás o por sus propias creencias. Sin embargo, es necesario que comprendamos y asimilemos que tenemos el derecho a cambiar de opinión sea por el motivo que sea. De hecho, el verdadero crecimiento personal viene de ser capaces de cambiar en base a nuestras necesidades.

Todo ser humano, no es un robot, cambiamos de parecer, decidimos adoptar una manera mejor de hacer las cosas o decidimos hacer otras cosas. Todo cambia, se modifica; también nuestros intereses, el tiempo, nuestras necesidades. Todos tenemos que reconocer nuestras opciones, buscar lo que nos da mas bienestar.

Cambiar de parecer; entonces, es algo saludable si está en esta perspectiva de sentirnos mejor, más satisfechos con nosotros mismos.

5- Derecho a no saber algo o a cometer un error.

Las personas no siempre tenemos que contar con toda la información sobre un tema o una situación en un momento concreto.

Muchas veces nos sentimos en la obligación de dar una respuesta, a pesar de no contar con la información o nos genera ansiedad no responder. Sin embargo, es lógico que en determinadas ocasiones no sepamos algo o no podamos contestar o dar una opinión concreta. Por ello, es importante que tengamos presente este derecho y nos sintamos libre de decir “no lo sé” cuando sea necesario.

Respecto a cometer errores, internamente nos podemos decir: ”Los errores son algo malo, algo que no se debe cometer»… para superar los errores; entonces, hay que hacer acciones buenas para no sentirmos culpables. Esta es la base de nuestra conducta y comportamiento en la mayoría de nosotros en lo cotidiano. Desde niños nos lo inculcan.

Para ejercer nuestro derecho, se trata de ayudar a modificar los sentimientos automáticos de culpabilidad, ansiedad e ignorancia que se experimentan al cometer un error. Se consigue  comportándonos asertivamente. Por ejemplo, exponer los hechos de la situación  “Tienes razón, he llegado tarde”, sin pedir perdón por ello; así  se está aceptando el error sin emotividad, asertivamente, sin rebozo.

6- Derecho a no necesitar aprobación social

La aprobación social, la necesidad de que los demás aprueben nuestro comportamiento suele influir bastante en nuestras interacciones sociales. Sin embargo, es nuestro derecho a realizar acciones que no cuenten con aprobación social y que respondan sólo a nuestro criterio personal.

¿Porqué tenemos que estar permanentemente solicitando que los demás aprueben nuestro comportamiento..? ¿Porqué los demás deben decidir lo acertado, lo correcto o lo incorrecto..? Entendamos bien, quiere decir que estoy dándole la posibilidad al otro de ser asertivo y que diga lo que piensa… ¿Yo no tengo ninguna posibilidad? Pero si estamos hablando de que, cada quien es responsable de si mismo, ¿porqué entonces le digo al otro que califique mi comportamiento..?

7- Derecho a tomar decisiones sin atenernos a la lógica

Muchas veces pensamos erróneamente que todas nuestras decisiones tienen que estar basadas en la lógica y tienen que responder a un planteamiento puramente racional. Sin embargo, tenemos derecho a tomar nuestras decisiones en base a otros criterios. Por ejemplo, tenemos derecho a tomar nuestras decisiones siguiendo criterios emocionales si lo consideramos oportuno.-

8- Derecho a no cumplir las expectativas de los demás

En numerosas ocasiones, sentimos la necesidad de cumplir con las expectativas de los demás, con lo que los demás esperan de nosotros. Sin embargo, esta imposición que nos hacemos a nosotros mismos puede generarnos numerosos problemas cuando no lo conseguimos, como ansiedad, estrés, problemas de autoestima, etc. Además, si esas expectativas no coinciden con lo que nosotros queremos realizar, también nos va a generar mucho malestar. Por ello, es importante recordar que tenemos derecho a no cumplir las expectativas ni a hacer lo que los demás esperan de nosotros.

9- Derecho a no ser perfectos, ni intentarlo

Por último, como hemos dicho en distintos párrafos de este artículo, las personas cometemos errores y nos equivocamos. Como todos sabemos, cometemos errores porque ni somos máquinas ni tampoco somos perfectos. Aunque todo el mundo seamos conscientes de ello, en muchas ocasiones, y en especial en la interacción social, se nos olvida. Sin embargo, tenemos el derecho a equivocarnos, a cometer errores y a no ser perfectos, porque lo contrario es imposible.

Fuentes:

Elia Roca. (2003). Cómo mejorar tus habilidades sociales. Valencia: ACDE Psicología.

Manuel J Smith “Los derechos asertivos”.

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