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Maribel Gabasa

Cuento Zen: Los ojos bien abiertos​

27 septiembre, 2022 By Maribel Gabasa Dejar un comentario

Cuento Zen: Los ojos bien abiertos

Marible Gabasa psicóloga

Un discípulo le preguntó a su maestro:
-Maestro, ¿cómo alcanzar la iluminación?
-Es muy sencillo –respondió el maestro-. Para alcanzarla, es necesario que hagas exactamente lo que haces cada mañana para que el sol se alce…

Perplejo, el discípulo se rascó el cogote, preguntándose qué podía hacer él para que el sol se alzara. Tras larga reflexión, llegó a la conclusión de que, en el fondo, no hacía estrictamente nada.

-Pero, entonces, ¿para qué estudiar caligrafía, kárate, kendo, tiro al arco, el arreglo foral, la preparación de bonsáis, etc.-le preguntó al maestro-.¿Para qué sirve?
-Pues para que, cuando el sol se alce, tengas los ojos bien abiertos.

Nos podemos preguntar, ¿cómo saber si estamos en una adecuada relación con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea?
Este cuento nos propone estar constantemente y de forma sencilla preparados y en consciencia.

Nuestra consciencia está relacionada con nuestras cualidades y valores innatos. Dependiendo de cómo será nuestra consciencia, así será nuestra perspectiva del mundo.

Vivir el presente
con atención haciendo las cosas que nos gustan o las obligaciones de forma atenta, sin esperar, nos ayuda a estar más equilibrados.

Si, por ejemplo, nuestra atención se centra en los defectos y debilidades de las personas, transmitiremos energía a esas debilidades y así la fortalecemos, tanto en la otra persona como en nosotros mismos.

La armonía con nuestro ser dependerá del deseo de conocernos, de aceptarnos y de desarrollar en la práctica, las más altas posibilidades de nuestra naturaleza.

Incluiría tres conceptos básicos: la consciencia de uno mismo, la auto aceptación y la afirmación personal.

Comenzamos a tomar consciencia de nosotros mismos aprendiendo a comprender con mayor claridad nuestros sentimientos y emociones. El arte de tomar consciencia consiste en observar sin interferir, pero, al principio, puede resultar una experiencia atemorizadora.

Podemos desconocer por qué nos sentimos de determinada manera o qué sentimientos pueden sobrevenirnos en el futuro inmediato. Podemos experimentar incluso el pánico al descontrol.
Para cultivar la consciencia de sí mismo, es necesario recordar que sabemos mucho más de lo que somos conscientes de saber
Lo natural se manifiesta irremediablemente, la salida del sol, el viento…etc. De igual forma que en nosotros va emergiendo lo que somos, el ser que habita. Nuestra autenticidad nos hace sentir más equilibrados, comunicarnos con nuestro interior, en el silencio en el hacer cotidiano es una de las mejores formas de cuidarnos y atendernos.
Tenemos que prestar atención a lo que somos realmente.

Y tú ¿qué haces para desarrollar la atención en ti mismo?

Archivado en:Cuentos terapéuticos

Ansiedad ¿qué pasa en la adolescencia?

28 abril, 2022 By Maribel Gabasa Dejar un comentario

Ansiedad ¿qué pasa en la adolescencia?

Marible Gabasa psicóloga

A lo largo de nuestra vida pasamos por distintos procesos  en los que nos hemos de enfrentar a nuevos retos. La adolescencia es una de las etapas en las que se producen más cambios en menos tiempo y es por eso que los jóvenes pasan por desajustes constantes.

La ansiedad muchas veces es un mecanismo de defensa que nos impulsa a actuar, que nos proporciona esa energía para crear la estrategia adecuada y superar nuevos desafíos.

Se puede convertir en un problema cuando nos inunda en muchos momentos en el día a día o en circunstancias inadecuadas.

En la adolescencia las inseguridades y temores son constantes. Los jóvenes experimentan extrañeza de sí mismos, de no reconocimiento. Todo cambia; el cuerpo, la mente, sus sentimientos y sus intereses. 

En este proceso vital se va a ir transformando la relación con sus padres, se pone distancia, se necesita la separación, la confrontación, para sacar la personalidad que se va desarrollando en el interior.

Los jóvenes necesitaran buscar más la identificación que el cariño de sus progenitores, buscan modelos, ídolos etc. El adolescente está muy ligado al cuerpo, a través de la ropa, del ejercicio físico. Necesita reafirmar su exterior. Nos podemos encontrar jóvenes muy retraídos que se esconden e inhiben como no queriendo ser vistos y lo contrario los más exhibicionistas con ropa atrevida, tatuajes, piercing etc. 

También hay un tránsito sobre la muerte, sería muerte de la infancia para ir entrando a una edad más adulta.

Para salir de la adolescencia se necesita la confrontación

Habrá mucha más confrontación cuanto más le cueste desvincularse de la dependencia emocional con sus padres.

Los  hijos adolescentes también perciben el ideal que los padres tienen puesto en ellos. Que sea más deportista, un buen estudiante, que le gusten determinadas cosas etc., y es ahí como padres dónde podemos experimentar frustración si vemos que nuestro hijo es totalmente distinto y él lo percibe. Los jóvenes temen defraudar a los padres y al mismo tiempo necesitan encontrar sus propios intereses. Esto puede originar otra fuente de malestar y ansiedad en su desarrollo.

Jovenes y ansiedad

Qué hace que algunos jóvenes sufran más ansiedad que otros

Hay factores de personalidad que pueden predisponer a ciertos chicos y chicas a tener más ansiedad en las distintas etapas de la adolescencia. Por ejemplo los chicos más retraídos o inhibidos a los que les pueden costar más los cambios y pueden ser más susceptibles de experimentar un mayor estrés. Los autoexigentes porque se compararan de forma más autocrítica con sus iguales. Los independientes que necesitaran una mayor libertad, reivindicaran constantemente su autonomía.

Hay un tipo de jóvenes de alta sensibilidad (PAS) que también son más proclives a experimentar estados de ansiedad. Estos adolescentes experimentan sus emociones de forma más intensa, tienden a la sobresaturación emocional, a abrumarse con diferentes entornos, son muy emocionales y suelen necesitar ambientes muy tranquilos.

Posibles traumas en la infancia. El trauma es un hecho impactante y angustioso que genera una cantidad de energía emocional para la cual el mecanismo psíquico no tendría capacidad para gestionar, quedaría en el niño como un cabo suelto que le puede estar golpeando hasta que no encuentre la posibilidad de ligarlo y encajarlo. El  tipo e intensidad del trauma infantil puede manifestarse como un trastorno de ansiedad en la adolescencia.

Dado que gran parte de la actividad de los adolescentes está relacionada con la escuela (piensan en los estudios, los deportes, otras actividades y la vida social), ésta puede ser el escenario de muchas cosas que pueden generar ansiedad en un adolescente. Por eso, cuando los niños se resisten a ir a la escuela, no se trata necesariamente de la escuela en sí.

Es frecuente que los adolescentes se sientan deprimidos además de ansiosos. Esto se debe, en parte, a que un estilo de vida estresante puede ser tan angustioso, o tan limitante, que conduce a la depresión.

Síntomas que pueden ser signos de ansiedad en los jóvenes

Las señales de ansiedad varían mucho, desde el aislamiento y la evitación, hasta la irritabilidad y la agresividad. La ansiedad suele pasar desapercibida porque los adolescentes saben ocultar sus pensamientos y sentimientos.

 Estos son algunos de los síntomas que pueden ser signos de ansiedad:

  1. Miedos y preocupaciones recurrentes sobre momentos rutinarios de la vida diaria.
  2. Irritabilidad
  3. Problemas de concentración
  4. Hipersensibilidad a las críticas
  5. Aislamiento social o lo contrario demasiada actividad externa
  6. Evitación de situaciones difíciles o nuevas
  7. Tristeza

 ¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo que tiene ansiedad?

La ansiedad es un estado de temor, inquietud y malestar interno.
Se manifiesta en 3 dimensiones:

1. Nivel cognitivo

En los pensamientos, las preocupaciones y el malestar nos condicionan a tener y establecer circuitos mentales en ocasiones distorsionados de la realidad.

2. Nivel emocional

En nuestros sentimientos, las emociones que nos causan la ansiedad; inseguridad, desánimo, rabia etc.

3. Nivel físico

En el cuerpo, desde palpitaciones, mareos, ahogo, dolor de cabeza etc.

Qué actitudes debemos tener como padres para ayudarles en este proceso

Estas son algunas de las actitudes más adecuadas que debemos trabajar con nuestros hijos:

Lenguaje y comunicación: Es importante estar atentos a lo que decimos y cómo lo decimos. Debemos tener en cuenta que en ocasiones, con nuestros hijos adolescentes, las mejores palabras son las que no se dicen. Asentir con la cabeza, o utilizar expresiones cortas y neutras del tipo: vaya, aja…etc. Le dará a nuestro hijo el espacio que necesita para expresar sin sentirse juzgado, pudiendo a la vez pensar en voz alta y buscar sus propias soluciones. Es una muy buena manera de escuchar.

Comprensión: Sentirse comprendido y aceptado por los padres es requisito previo para aceptarse a sí mismo y la aceptación de uno mismo es, a su vez, requisito previo para el bienestar interior.

Empatía: Escuchar y ponernos en su lugar, entender lo que siente, lo que nos está intentando decir no sólo con las palabras sino con su comportamiento y sentimientos es fundamental para poder establecer una buena relación con nuestro hijo. 

Los padres creen que cuando se explican las cosas, siempre entenderán lo que les queremos decir y no nos planteamos si nos hemos explicado bien o si nos han entendido, ya que muchas veces por su edad o falta de madurez no entienden el alcance de lo que queremos o esperamos de ellos.

Escuchar quiere decir también que tienen el derecho a discrepar, por tanto los niños y especialmente los adolescentes tienen ese derecho, a mostrar desacuerdo y que no les guste lo que les proponemos. La manera de manifestarlo es diversa: con rabia, llorando, mala cara, negativismo…etc. Delante de estas reacciones, a las que sin duda tienen derecho, habrá que encontrar la distancia prudencial para que, con afecto, mostrar que no entramos en la espiral del debate.

Hay estados y trastornos de ansiedad que pueden requerir la intervención de un psicólogo porque los padres no pueden ayudar de la forma más adecuada y se necesita asesoramiento o psicoterapia.

Archivado en:Educación

Estrategias básicas para educar sin estrés en vacaciones

18 agosto, 2021 By Maribel Gabasa Dejar un comentario

Estrategias básicas para educar sin estrés en vacaciones

Marible Gabasa psicóloga

Para los padres, el verano es el mayor reto de paciencia y de comprensión de todo el año. El paso de las clases a la playa, la piscina o el pueblo, sin apenas continuidad, rompe la dinámica educativa del período lectivo. El aumento de actividades lúdicas para los menores suele llevar a una paralización de la educación familiar y social.

Cabalgar entre la permisividad más absoluta y la prohibición radical suele ser una imagen más habitual de lo deseado a lo largo de las vacaciones.

Se olvida con frecuencia que los niños necesitan estabilidad emocional y una disciplina clara. Por lo tanto, aunque sea lo más difícil de hacer, mantener nuestro comportamiento en un término medio y claro, como suele ocurrir en otros aspectos de la vida, suele ser la mejor opción para evitar los roces, los enfrentamientos y las tormentas veraniegas familiares.

Al mismo tiempo, con una pizca de habilidad y un toque de tranquilidad, las vacaciones pueden convertirse en el escenario perfecto de un plan educativo sin reglas preestablecidas ni imposiciones condicionantes.

Os invito a reflexionar en tres puntos fundamentales, claves para una adecuada y exitosa educación que puede proporcionarnos una cariñosa y satisfactoria relación con nuestros hijos.

¿Por qué no empezar en vacaciones?

vacaciones con niños

Pensemos más en la prevención que en los castigos

Conocer los sentimientos de nuestro hijo y ayudarle a expresarlos no es tarea fácil. Tal vez pensemos que por el hecho de ser padres estamos dotados de una especie de don que nos facilita la expresión y comprensión de sentimientos en la relación con nuestros hijos, porque amamos a nuestro hijo y él nos ama. Y que esto es suficiente para iniciar a nuestro hijo en el arte de sentir y comprender lo que siente, sin reparar en los medios, las formas o las palabras que vamos a emplear para ello.

Cuando nuestro hijo nace nos ocupamos de qué comerá, cómo será su habitación, sus primeros juguetes, etc. Intentamos garantizarle un espacio físico inmejorable, buena educación y actividades extraescolares diversas que propicien su desarrollo en la mejor dirección. Pero es importante preguntarnos si, paralelamente a todo lo anterior, también nos aseguramos de proporcionarle los modelos más adecuados de aprendizaje emocional y de expresión de sus sentimientos. Cuando el niño expresa lo que siente sabiéndose escuchado, respetado y comprendido, aprende a fiarse de sus sentimientos, aprende a escucharse y a saber manejar emociones tan intensas como la antipatía, el temor, la rabia etc. Difícilmente el niño podrá desarrollar esa habilidad si el ambiente familiar no se lo facilita. 

¿Por qué preguntarnos algo así? Pues porque los sentimientos componen el sustrato sobre el cual el niño, en su interacción con el mundo elabora su propia interpretación de sí mismo y el mundo que le rodea. Observar a nuestro hijo e intentar entenderlo los facilita la mejor forma de llegar hasta a él de la forma más adecuada y utilizando también las palabras más efectivas.  De esta forma estaremos más centrados en la calidad de nuestra relación con nuestros hijos y no en la represión o castigos para inculcarles lo que resulta importante para nosotros. Lo que está bien y lo que está mal.

Utilizar Lenguaje Positivo y Adecuado

Los niños se convierten en lo que escuchan. Es muy importante estar atentos a lo que decimos la palabra tiene mucho poder y puede afectar a la vida de nuestros hijos.

Cada palabra o frase que se le dice a un niño conlleva un mensaje subyacente acerca del niño y su relación con el mundo. Una vez que nuestro hijo asuma este mensaje, éste pasa a ser una creencia que afectará a todos los aspectos de su vida.

Un niño considera a sus padres como las personas que lo saben todo y cuyas palabras son verdades indiscutibles.

En Estados Unidos, muchos presos recuerdan que una de las primeras frases que escucharon de sus padres era: “terminarás en la cárcel”.

Las afirmaciones pueden ayudar a los niños a ser más optimistas respecto a su futuro y a atenuar su sensación de malestar interno y baja autoestima.

Es fundamental para la salud mental de nuestros hijos  ser aceptados tal y como son.

Debemos de tener en cuenta que, en ocasiones, las mejores palabras son las que no se dicen. Asentir con la cabeza, o con expresiones cortas y neutras del tipo: ¡vaya! ¡hum! ¡ajá! Le dará a nuestro hijo el espacio que necesita para expresarse sin sentirse juzgado, pudiendo a la vez pensar en voz alta y buscar sus propias soluciones. Este tipo de diálogo nos permitirá a nosotros escucharle, intentar comprenderle más  allá de las palabras y no  cómo se ha sentido.

El niño que se siente bien, normalmente se porta bien. Sentirse comprendido y aceptado por los padres es requisito previo para aceptarse a sí mismo, y la aceptación de uno mismo es, a su vez, requisito previo para el bienestar interior.

Fundamental escuchar a nuestros hijos

¿Escuchamos a nuestros hijos? Seguramente podemos pensar que sí, ahora bien, ¿escuchamos realmente lo que nos quieren decir? O ¿interpretamos a nuestra manera las palabras que nos dicen sin entrar en el fondo de lo que realmente piensan o sienten?

Muchas veces empezamos mandando, riñendo, suponiendo y no dejamos mucho tiempo para que nos contesten: “Ya has hecho” “Va venga ahora no” “que no ves que lleganos tarde””espabila que encontraremos caravana en la carretera” etc. Son muchos inicios de frase que dejan a nuestros hijos un poco fuera de juego. Todos estos inicios no sólo cortan la posibilidad de hablar en ese momento, sino que da una imagen a nuestros hijos de “personas con prisas”, de no tener tiempo, de tener cosas importantes que hacer y que no favorecen que crean que los podamos escuchar.

Escuchar requiere un cierto tiempo. Escuchar pide que nos pongamos en su lugar para poder comprender lo que hace, lo que nos está intentando decir con su comportamiento y con sus palabras, antes de reñirle y contestar.

Otro hecho es que los adultos creemos que, cuando explicamos las cosas, siempre entenderán lo que queremos decir y no nos planteamos si nos hemos explicado bien o si nos han entendido, ya que muchas veces sus pensamientos por edad o falta de información, no les permite poder entender el alcance o el significado de lo que hablamos.

Escuchar quiere decir también que tienen el derecho a discrepar, por tanto los niños y especialmente los adolescentes tienen ese derecho, a mostrar desacuerdo y que no les gusta lo que les proponemos. La manera de manifestarlo es diversa: con rabia, llorando, mala cara, negativismo…etc. Delante de estas reacciones, a las que sin duda tienen derecho, habrá que encontrar la distancia prudencial para que, con afecto, mostrar que no entramos en la espiral del debate.

De esta manera, escuchándolos y comprendiéndolos estamos abriendo el camino para la comunicación de una manera positiva y estable.

Desde el punto de vista educativo, entre padres e hijos no hay simetría. Los adultos tienen mayor información y madurez que sus hijos, y la responsabilidad educativa no se puede compartir con ellos.

Estrategias concretas

  • Elogiar los éxitos de nuestros hijos (aunque sean pequeñas cosas). Sobre todo cuando se esfuerzan en hacerlo.
  • Es mejor decirles que cosas han de hacer en lugar de lo que no han de hacer.
  • Escuchar a nuestros hijos significa comprender lo que realmente nos quieren decir. No hay que buscar momentos solemnes para hablar sino aprovechar los pequeños  momentos.
  • Dejarles claro que los errores son algo natural del crecimiento. Los adultos también nos equivocamos.
  • Cuando nuestro hijo o hija se porta mal, es importante separar la mala conducta de su personalidad. Por ejemplo “no me gusta que dejes los juguetes en el suelo porque sé que tu sabes ponerlos en su sitio”.
  • Estar pendientes y agradecerles cuando cooperan con nosotros, cuando se expresan de buena manera., cuando obedecen y cuando reaccionan de forma positiva. Agradecer con muestras de cariño y palabras tiernas es la mejor respuesta.

Recordar que se necesita tiempo y práctica para aprender nuevas maneras. Los niños necesitan un tiempo para incorporar conductas deseadas.

Archivado en:Educación

¿Necesito ir al psicólogo? 7 síntomas que lo indican

17 septiembre, 2020 By Maribel Gabasa Dejar un comentario

¿Necesito ir al psicólogo? 7 síntomas que lo indican

Marible Gabasa psicóloga

Maribel Gabasa

Hay momentos en nuestras vidas en los que sufrimos un acontecimiento doloroso: la ruptura de una relación, la pérdida de un ser querido o tenemos problemas para adaptarnos a un nuevo trabajo, etc. Nos sentimos tristes y desesperados. Son esos momentos en los que pensamos que quizás un psicólogo nos puede ayudar. Aunque, en realidad, no existe una norma para ir, ni tampoco es obligatorio ir cuando uno está mal.

La razón fundamental para ir a un psicólogo es sentir la necesidad, ya que uno sólo no se siente capaz de tirar para adelante y no se encuentra a gusto consigo mismo, ya sea en lo emocional o en lo físico.

Un psicólogo es un profesional que nos ayuda a modificar nuestra forma de comportarnos para percibir nuestro entorno de manera más tranquila y estable, tanto si queremos afrontar las situaciones que nos resultan complicadas, como si buscamos eliminar algún problema que nos limita.

Motivos para ir a un psicólogo

  • Sentir una dificultad o limitación personal, como la ansiedad, desánimo o fobias.
  • Estar viviendo una situación dolorosa, como una enfermedad, duelo, trauma o separación.
  • Tener dificultades relacionales, como problemas de pareja, problemas en la familia, o en el trabajo.

Síntomas de alarma

  • Pérdida de control emocional (llanto, tristeza, irritabilidad, frustración, etc.).
  • Pensamientos negativos recurrentes.
  • Problemas para conciliar el sueño.
  • Problemas de concentración y de atención en las actividades cotidianas.
  • Episodios de ansiedad.
  • Síntomas somáticos (dolor de cabeza persistente, fatiga, dolor de estómago, etc.).
  • Incapacidad para hacer frente a los problemas (laborales, familiares, etc.).

Qué aporta una terapia psicológica

Tener un espacio para ti: acudir al psicólogo es una manera de cuidarte y dedicarte atención. En una consulta tendrás tiempo solo para ti, para hablar de tus problemas, preocupaciones y/o deseos.

Ser escuchado sin que te juzguen: un psicólogo te escuchará sin realizar juicios de valor por lo que puedes hablar sin temores. El profesional no sólo escucha tus problemas, sino que presta atención a tu lenguaje no verbal, intentará comprender qué te está pasando para ayudarte de la mejor manera.

Aprender a entender y gestionar tus emociones, pensamientos y comportamientos: la psicología es una ciencia basada en años de experimentación, que ha generado una gran cantidad de técnicas destinadas a aliviar determinados síntomas y conflictos.

Un psicólogo te ayuda a identificar y cambiar tus pensamientos erróneos y disfuncionales que te hacen sentir mal, te enseñará a gestionar mejor tus emociones y a eliminar los hábitos negativos, para que cambies a hábitos más saludables.

Desarrollar nuevas habilidades para encarar los conflictos: la psicoterapia te ofrece herramientas útiles que no sólo te permitirán resolver problemas actuales, sino también encarar mejor los que puedan aparecer en un futuro.

Una adecuada terapia psicológica realizada por un profesional experimentado te ayuda a calmar el malestar que interfiere en tu vida diaria y a mejorar tu salud emocional, pudiéndote sentir aliviado/da y fortalecido/da después de una etapa dolorosa y complicada en tu vida.

Archivado en:Psicología Etiquetado con:AUTOCONOCIMIENTO, tristeza

Los 3 puntos clave para manejar conflictos

19 noviembre, 2019 By Maribel Gabasa Dejar un comentario

Los 3 puntos clave para manejar conflictos

Ruth Valls Fernández

Los conflictos son algo normal en la vida de las personas y, en muchas ocasiones, necesarios para el crecimiento personal o la convivencia. 

¿Cómo te puede ayudar un psicólogo?

Las sesiones de psicoterapia te enseñan nuevas maneras y estrategias de solucionar estos problemas. Además te ayudaran a percibir los conflictos de forma distinta, para que así te afecten menos y seas capaz de relativizar situaciones tensas. De esta manera crecerá tu capacidad para adaptarte a las nuevas situaciones del día a día y, en general, con el desarrollo de nuevas habilidades tendrás menos dificultades en tus relaciones personales o profesionales.

Los puntos clave que nos ayudan a manejar conflictos

1. Reducir el estrés

El primer aspecto previo para la resolución de conflictos es reducir el estrés. Ser capaz de gestionar y aliviar el estrés en el mismo momento que se genera es esencial para no desequilibrarse, estar centrado y mantener el control. 

Las personas incapaces de mantener en control sobre sí mismas en situaciones de conflicto, se sienten abrumadas e incapaces de responder de una manera saludable. El estrés bloquea la posibilidad de resolver los conflictos mediante la limitación de la capacidad para leer con precisión la comunicación no verbal del otro, o la capacidad para oír lo que el otro está diciendo en realidad, o la capacidad de ser consciente de los propios sentimientos, o la capacidad para conocer las propias necesidades o también la capacidad para comunicar con claridad lo que uno necesita en esa situación. 

La mejor manera de aliviar y reducir el estrés de forma rápida y fiable es a través de los sentidos y de la estimulación sensorial: un olor, un sabor, un sonido, una imagen, acariciar o apretar algo, realizar ejercicios de respiración, etc. Todas las personas tienen algún truco para relajarse y tranquilizarse, pero como cada persona reacciona de manera diferente a estos estímulos, se hace necesario que cada uno encuentre aquellos que le tranquilizan y que sea capaz de evocarlos o ponerlos en práctica cuando lo más necesiten.

2. Conciencia emocional

En segundo lugar hay que tener presente nuestra conciencia emocional, la cual es la segunda clave para la
comprensión de uno mismo y de los demás. El que no sabe cómo se siente o por qué se siente de esa manera, no será capaz de comunicarse de manera efectiva o de resolver conflictos.

Aunque el conocimiento de los propios sentimientos puede parecernos simple, muchas personas ignoran ciertas emociones, como la ira, la tristeza y el miedo. Sin embargo la capacidad para manejar el conflicto con éxito depende de estar bien conectado con estos sentimientos.

La conciencia emocional es un factor muy importante en la resolución de conflictos porque nos ayuda a gestionar los sentimientos de manera apropiada, sustentando la base del proceso de comunicación necesarios para solucionar los desacuerdos.

La conciencia emocional tanto nos ayuda a entender lo que realmente está molestando a otras personas como a entenderse a uno mismo (incluyendo lo que realmente te preocupa) o mantenerte motivado hasta que se resuelva el conflicto, a comunicar de forma clara y eficaz y a atraer e influenciar a los otros.
Cuando te expresas cómo te sientes y liberas tu carga emocional, te sientes aliviado. Esto se conoce como catarsis , una palabra griega que se refiere a purificación y es usada en psicología para explicar el proceso de liberación de las emociones negativas.

3. Cambiar creencias limitantes

En tercer lugar, la herramienta crucial para manejar conflictos es cambiar nuestras creencias limitantes. El percibir los conflictos de forma distinta se consigue transformando las creencias limitantes en creencias adaptitivas y racionales.

Con nuestras creencias y valores damos significado y coherencia a nuestro modelo de mundo. Una misma situación puede ser vivida de forma distinta por cada persona. Las creencias nos ayudan en definitiva, a simplificar el mundo que nos rodea, se trata de interpretaciones de la realidad y no de hechos constatados. Algunas creencias son desadaptativas o limitantes y es necesario modificarlas, pues éstas no son innatas, las vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida. Por ello, la terapia psicológica puede ayudarte a identificarlas, analizarlas, ponerlas a prueba y modificarlas.

Archivado en:Asertividad

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