¿Qué hacer si mi hijo tiene miedo a dormir solo?

Dormir con nuestros hijos, compartir el espacio del sueño es algo que se da a menudo y no tiene porque ser negativo ni insano. Ello les da seguridad, protección y les cubre sus necesidades de apego.
A partir de los 3 o 4 años es conveniente que los niños tengan su propia habitación. Lo que es importante es que a partir de entonces, no tomen la costumbre de dormir con los padres, ello puede repercutir en negativo
El dormir en su propia habitación desarrolla su autonomía y la confianza en sí mismos.
Las causas más habituales de no querer dormir solos, acostumbran a ser el miedo a la oscuridad y a los temores nocturnos. Así como, el buscar la seguridad, la protección y el afecto de los padres.
Las pesadillas nocturnas pueden provocar estos miedos. Los monstruos, personajes fantásticos, son fruto del pensamiento mágico que todavía está presente en los niños hasta los 7 años de edad.
Asimismo, podría ser fruto de traumas vividos no elaborados. Los adultos podemos ayudar a los niños a que afronten estos miedos. A continuación voy a dar unas pautas a seguir y factores que indirectamente pueden facilitar el cambio, siempre aplicándolos desde la flexibilidad y el sentido común.
Pautas para ayudar a reconducir esta situación y conseguir que el niño duerma en su cama
1. Preparar el terreno para que el niño vaya a dormir.
Se pueden prevenir interrupciones del sueño durante la noche si se llega a la cama con la digestión hecha, se evitan comidas copiosas y actividades físicas estimulantes, se modera la ingesta de líquidos y se crea un entorno agradable (temperatura templada, cama cómoda).
2. Generar el hábito de dormir en su habitación a temprana edad
Este hecho facilita el proceso de adaptación. Se trata de que el niño/a tenga claro cuál es su lugar para dormir. Cuanta mayor coherencia exista en este sentido, más fácil será crear este hábito.
3. Fomentar cierta rutina a la hora de ir a dormir
Esto ayudará a que el niño/a pueda anticipar lo que ocurrirá antes de que se produzca la separación para irse a la cama. Ponerse el pijama, lavarse los dientes, contar un cuento, cantar una misma canción, caricias, besos y mimos. De esta manera, se ayuda a que el niño/a aprenda a diferenciar cuándo es el momento de estar con los adultos y cuál es la hora de irse a la cama.
4. Objetos de apego que le tranquilizan
Un osito muy querido, una foto de papá y mamá, una mantita muy suave, un atrapasueños, o dejar la luz encendida, pueden ayudar a los niños a lidiar con sus miedos cuando se queden a solas en la habitación.
5. Evitar ceder la cama
Si ante temores, pesadillas, despertares por diferentes motivos (malas digestiones, sed, necesidad de ir al baño) el niño/a acude a la cama de los padres y se lo permiten, se transmite el mensaje de que es posible dormir con ellos en determinadas circunstancias. De este modo, existe el riesgo de que el niño/a adopte el hábito de dormir con los padres.
6. Retirar los apoyos a la hora de dormir solos de manera progresiva
Es recomendable avanzar paso a paso hacia la meta de que los pequeños duerman toda la noche en su habitación. Existen varias opciones en este sentido, como en el caso de la transición de tumbarnos con el niño/a a sentarnos a su lado, acordar un tiempo para despedirnos o quedarnos un rato en la puerta, en lugar de todo el tiempo a su lado.
7. Ayudar a afrontar los miedos a la hora de irse a la cama
Por ejemplo, inventar un cuento con un final en el que se salga vencedor ante una pesadilla, que el niño corra a la habitación oscura, a pesar del temor que le puede generar, con las consiguientes felicitaciones de los adultos, hacer un dibujo donde el niño/a vence a los monstruos que le atemorizan.
Factores indirectos que pueden ayudar a vencer las dificultades que tiene el niño al dormirse solo en su cama
A) Analizar y detectar si existen en la vida del niño/a factores de estrés de carácter significativo que dificulten su tranquilidad e incidan en que no pueda conciliar el sueño al quedarse solo.
B) Crear momentos de unión en familia fuera del dormitorio. Si la separación del grupo familiar es la dificultad para renunciar a ese momento para irse a la cama, puede resultar útil para superarlo crear estos ratos en otro lugar de la casa antes de ir a dormir, como en el sofá. De ese modo, el hecho de dormir separados no supone una renuncia a los momentos de unión y afecto familiares.
C) Confiar en que el niño/a lo conseguirá y darse cuenta de la importancia de que nuestro hijo/a crezca. La actitud de confianza de los padres con sus hijos es clave para transmitirles que son capaces de dormir solos.
D) Favorecer un vínculo positivo con los niños. El exceso de inseguridad y temores puede deberse a que la relación de apego con los progenitores esté establecida de forma inadecuada. Por ello, los padres pueden plantear formas de favorecer una vinculación sólida y segura con sus hijos, que les permita explorar el mundo y estar tranquilos en su cama para abandonarse al plácido sueño.
E) Fomentar la autonomía del niño/a a lo largo del día. Resulta positivo ayudar a los niños a hacer actividades propias de su edad por sí mismos (vestirse, comer, ordenar su habitación) para que adquieran autonomía y confianza en sus propias capacidades. Aprender a convivir con momentos de soledad a lo largo del día, sin la supervisión y presencia de adultos, previene el exceso de dependencia en los pequeños, lo que aumenta su tolerancia a la hora de dormir solos.
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