Cuento sobre "El junco y el roble"

Ruth Valls
Cuento terapéutico
Este cuento nos muestra dos formas opuestas de afrontar las adversidades
Cuentan que una vez hace muchos años crecieron juntos un junco y un roble a la misma orilla del río.
Compartían las delicias de la primavera y la rudeza del invierno, pero nunca estaban de acuerdo. Un día el roble dijo al junco:
– ¡Realmente eres digno de compasión. El menor soplo de aire te tumba. Mis poderosas raíces son el mejor antídoto contra el viento. Sabes que tengo razón!.
Tal vez, dijo el junco, tengo un aspecto débil y comprendo tu preocupación. Pero no te fies… ¡La flexibilidad es mi gran fuerza, pues aunque me doblo, nunca me rompo!
Tras una larga discusión empezó a soplar un viento terriblemente fuerte. El junco bailó al son del vendaval, flexible ante sus peticiones.
El roble, rígido y estricto, permaneció inmóvil ante aquella furia.
A la mañana siguiente, el junco se alzó sacudido y conmocionado, pero vivo, sólo, para descubrir a su lado un gran agujero, justo donde el roble aposentaba sus raíces.
Esta fábula nos muestra dos formas opuestas de afrontar las adversidades:
– La del roble, está basada tanto en la convicción de que su fortaleza es indestructible como en el desprecio hacia su vecino del bosque que no muestra su robustez y que aparentemente es más débil o vulnerable. La confianza en sus fuerzas es tan fuerte que no ha de hacer nada, simplemente mantenerse imperturbable.
– La fuerza del junco, en cambio, reside en la flexibilidad, en saber adaptarse al entorno para llegar a sobrevivir a las contrariedades externas que están fuera de su control. Además su actitud, de humildad, de no alardear de sus cualidades, ni compararse con otros árboles e infravalorar-los, le refuerza.
Comparando ambas posturas en el ámbito psicológico rigidez versus flexibilidad:
- La rigidez del roble correspondería a ideas inflexibles, dogmáticas, intransigentes, in-negociables, serían tan fuertes i inadmovibles como el roble. A nivel mental, la rigidez conlleva malestar y sufrimiento psíquico. La soberbia del roble, le hace despreciar a su vecino del bosque.
– El junco representaría a las ideas flexibles que pueden doblarse o adaptar-se al temporal. Aunque su aspecto sea fràgil, tiene esta capacidad que finalmente provoca que pueda superar una ventisca. Cuando somos flexibles, no adoptamos una actitud pasiva de ceder. Es un mecanismo para adaptarnos a las circunstancias, dando lugar a la apertura mental. Esta actitud nos permite tolerar las vicisitudes de la vida.
El hecho de tener convicciones albergadas por una escala de valores y que pensemos que somos los poseedores de la verdad, ha de ser un motor para perseguir lo que deseamos.
La matización crucial es que mantengamos desde lo más profundo de nuestro ser, que las personas que no piensan como nosotros o no actúan de la misma forma, tienen sus ideas y sus escalas de valores, que aunque no nos gusten, son así.
Más allá de mi propio punto de vista, hay otros diferentes, que pueden llegar a complementarse. En todos los casos nos debemos plantear tenerlos en consideración y tratarlos con respeto.
En este nivel, es preferible, escuchar y empatizar con el otro, para comprender-lo y interpretar sus motivos. Lo qual puede ayudarnos a complementarnos y tener relaciones más sanas y sostenibles en el tiempo.
Elegir el camino del “medio” proporciona un mayor equilibrio que se resume en dejar fluir las cosas, amoldándose mejor a los cambios.
¿Como podemos conocer la naturaleza de nuestros pensamientos?
¿Qué tendencia presentan? ¿La rigidez o la flexibilidad?
Vamos a analizar internamente cuáles son nuestros mecanismos a través de la formulación de las siguientes preguntas:
- ¿Por percibir la certeza de tener la razón sobre un tema concreto, nos podemos llegar a pelear con otras personas; o aceptamos que tienen formas de pensar diferentes y nos interesamos por comprender porque piensan de esa manera?
- ¿Nos mantenemos inamovibles en nuestras opiniones sin tener en cuenta otros puntos de vista que difieren de los nuestros. O por el contrario, mostramos una apertura mental, y procuramos comprender a otras personas que opinan diferente?
- Nuestros planes no admiten cambios, las cosas han de ser tal y como las hemos programado. Si hay cambios o imprevistos sufrimos mucho pues nos habíamos impuesto aquel plan, y hacer las cosas de otra manera, puede perturbarnos en sobremanera. Otra posición sería que, a pesar de tener nuestros objetivos o preferencias, si por motivos diversos ajenos a nuestra voluntad, no podemos realizarlos, nos adaptamos a la nueva realidad, sin mostrar resistencia inutil, pero sin someternos.
- ¿Respetamos y valoramos positivamente otras formas de actuar y de pensar o tendemos sin darnos cuenta a sobrevalorar las nuestras, y a menospreciar comportamientos y criterios alternativos que no están dentro de nuestra perspectiva?
- Cuando hemos de amoldarnos a una situación nueva, y la solución que adoptamos no es la que inicialmente habíamos previsto. ¿Lo vivimos como un fracaso espantoso y nos desmoralizamos, o aunque no nos guste, lo aceptamos e intentamos solventar la situación lo mejor posible?
- En una negociación, ¿nos resulta fácil llegar a acuerdos o nos mantenemos anclados en nuestras opiniones sin dejar nuestro brazo a torcer?
- Por haber crecido como personas y haber conseguido muchas de las metas que queríamos, ¿nos quedamos inamovibles, de forma soberbia, con la convicción que nuestra posición es fuerte. O con una actitud humilde, nos adaptamos a los cambios?
Esta claro que nuestra forma de pensar, está dentro de un Continuo que va desde la posición más inflexible a la más flexible, habiendo puntos intermedios entre ambos. No es todo blanco o negro, existe la escala de grises, en la que nos encontramos la mayoría. El darnos cuenta de que es posible flexibilizar nuestros pensamientos y el hacer una revisión sobre estos, nos puede ayudar a mejorar nuestra forma de pensar, a ser más abiertos y comprensivos.
Fábula de Jean de la Fontaine

