SUPERAR UNA RUPTURA DE PAREJA

Maribel Gabasa
SUPERAR UNA RUPTURA DE PAREJA
PROBLEMAS DE PAREJA:
“Ya no puedo más ya le he propuesto hablar con nuestros hijos y así poner fin a nuestro matrimonio. Necesito olvidarme de él, dejar de sufrir. Me duele por los niños pero a la larga lo entenderán. Yo no puedo más, quiero dar este paso y empezar una nueva vida”
Psiquevital te recomienda hacer terapia para superar una ruptura de pareja. Después de una separación, deseamos rehacer la vida cuanto antes, pero muchas veces algo nos estanca en el pasado.
La ruptura de pareja nos lleva a la separación no es un acto ni una determinación sino un camino que se necesita recorrer antes, durante y después de separarnos físicamente. Es un proceso que lleva tiempo y sólo cuando lo completamos cuando nuestra alma “suelta” al otro estamos en condiciones de aproximarnos a la paz que necesitamos y abrirnos al amor. En el alma no existe el olvido, nada se puede borrar ni extirpar, podría amputarme un brazo, pero aun en ese caso tendré la presencia de esa ausencia. Así sucede con las relaciones íntimas.
Es esperable que después de una ruptura de pareja y una separación –en especial si fue conflictiva- que persistan sentimientos intensos que necesitaran expresarse. En muchas ocasiones nos podemos sentir invadidas por el odio o nos sentimos como víctimas de las acciones del otro, con el consiguiente resentimiento.
No cabe duda de que es difícil despedirse y, por eso, a veces elegimos quedar ligados por el odio. Pero esta manera de estar unidos nos causa mucho daño, tanto a nosotras como a nuestros hijos. Muchas veces creemos erróneamente que el odio y el resentimiento son factores de separación, cuando en realidad nos mantienen atados y nos dificultan la despedida y el podernos alejar.
En ninguna relación afectiva cercana podemos borrar al otro. “Mi hermano ha muerto para mí”, por ejemplo, es otra de las expresiones representativas de un intento inútil. No es posible borrar lo que sucedió; nos guste o no, lo sucedido está en nuestro interior y sólo cabe aceptarlo.
Si pudiéramos detenernos y reflexionar con calma nos sorprendería lo a menudo que estamos sutilmente atascados en una batalla del pasado, gastando energía en el inútil esfuerzo de cambiar lo que fue.
La ruptura de pareja entrar en el dolor, permitirnos estar en contacto con la tristeza como cuando muere un ser querido, nos alivia y ayuda a superar la pérdida. A nuestro corazón poco le importa de quién fue la culpa, sólo siente el dolor inmenso de la ausencia que le queda.
Con el tiempo vamos descubriendo que ya no necesitamos escaparnos por la vía del enfado, como si nuestro corazón pudiera llegar a admitir:”Que pena que fue así”. El enfado nos mantiene unidos a aquél de quien queremos separarnos y muchas veces persiste porque no queremos renunciar a cambiar el propio punto de vista
Muchas veces el drama de nuestras vidas consiste en la expresión y proyección de la visión interna que tenemos de nosotras mismas.
Nuestra autoestima nos influye enormemente en la manera de afrontar y superar una ruptura, cuando nuestra autoestima es alta nos sentimos más competentes para vivir puedo tener confianza en el funcionamiento de mi propia mente. Sentirnos merecedoras de la vida nos genera sentimientos positivos y una actitud afirmativa hacia el propio derecho a vivir y ser feliz.
Igual que con el trabajo en las relaciones de pareja a veces buscamos elevar nuestra autoestima más bien baja. No lleva a ninguna parte la teoría de encontrar a alguien que nos ame con el fin de poder amarnos a nosotras mismas. No obstante millones de personas lo intentan día a día. Cuando el método falla, solemos adentrarnos en otra relación, la cual es bastante probable que también fracase, y vayamos intentándolo hasta que en ocasiones se decide que “el amor es algo inexistente”.
La autovaloración, autoestima y autoindependencia, no nos acompañaran demasiado tiempo si no se sustentan en un verdadero compromiso afectivo con una misma. El sano egoísmo es el amor por sí mismo de las personas sanas. El malsano egoísmo es el falso amor por sí mismos que proclaman los que son incapaces de comprometerse con el amor a otros. Cuando llega una ruptura a nuestras vidas es un momento importante en el que podemos elegir cuidar de mi misma emocionalmente, hacerme cargo de mis sentimientos ESCUCHARLOS.
Es un momento de respirar profundo, sentarme a pensar en mis cosas sin necesidad de tener siempre las manos ocupadas o la mente llena de preocupaciones y angustia. Poder relajarme.
Pienso en lo que me gustaría recuperar en mi vida y que creo que me ayudaría a sentirme mucho mejor, son cosas sencillas que puedo considerar importantes como quedar y tomar un café con una amiga, pasear, disfrutar con una bella puesta de sol o con mi música favorita.
También es necesario y beneficioso aprender a escucharse. Mi corazón me grita fuerte, pero quizás hasta ahora no he podido oír su voz. Si no mantengo una relación amorosa conmigo misma, no puedo pretender mantenerla con nadie.
Por supuesto, podemos preferir juzgarnos por criterios relativamente superficiales como el éxito o el fracaso. Pero hacer eso ya significa no cuidarse, y además podemos aumentar sin querer nuestros estados de ansiedad y depresión. Si nos instalamos en la queja y el victimismo, nuestra fuerza y poder personal se desvanece. El mejor antídoto para el victimismo es asumir la propia responsabilidad y actuar en consecuencia, asumir que no se puede volver al pasado, hay que reelaborarlo desde la comprensión adulta. La responsabilidad de nuestra vida está en este momento en nuestras manos y, según lo que hagamos, obtendremos el amor que necesitamos, nuestro propio reconocimiento o continuaremos vacíos.
Nos podemos preguntar, ¿qué me enseñó la relación?
A pesar de los conflictos que se hayan podido tener, las situaciones vividas y nuestras emociones generadas en estos malos momentos de pérdida son valiosos mensajes cifrados que nos dicen mucho sobre nosotras. Si aprendemos a escucharlas y a dialogar con ellas nos abrirán un nuevo horizonte vital, lleno de serenidad y mayor comprensión de quiénes somos.
Una vez que sepas qué quieres para tu vida, llévalo a la práctica. Escribe en un papel cómo te gustaría que fuera en adelante tu vida, intenta no escribir en forma negativa –di “quisiera un empleo interesante” en vez de “quisiera no tener un trabajo aburrido” y anota cosas que dependan de ti. La mayoría de las veces sabemos más lo que nos desagrada que lo que nos gusta. Intenta realizar las acciones que hagan falta para conseguir lo que quieres. Seguramente te vendrán mil y unas razones por las cuales sería mejor no hacer nada y quedarse quieta. Realiza lo que quieres aun sabiendo que tendrás que intentarlo más de una vez.
Cuando por fin se logra atravesar la etapa de la nostalgia y la pena es cuando se puede empezar a sentir esa paz deseada y hacer una despedida con aceptación por lo que fue y por lo que no pudo ser y, desde ese momento, comenzar el camino de reencuentro con el amor.